Cena Pan y Sopa - Fundación Trabajo en la Calle
El pasado 13 de noviembre se realizo en la Casona de Las Condes la Cena Pan y sopa de la Fundación Trabajo en la calle.
Este evento es muy importante ya que es ahí donde se recaudan importantes fondos para los distintos proyectos que realiza la Fundación.
Juan Felipe López Egaña, Presidente Ejecutivo de la Fundación, dio inicio a este evento con un discurso con el cual compartió con todos, lo que a sido su aprendizaje estos últimos años en la Fundación, que puede servir para entender lo que hacen y porque lo hacen .
Si deseas conocer este discurso ingresa haciendo click en el titulo de esta noticia.
Quiero agradecer la presencia de todos ustedes. Veo por ahí a nuestros amigos de las instituciones con las que trabajamos (Comunidad de Organizaciones Solidarias, Proyecto Propio, Crearte, Trascender, Colegio Manquehue y Saint George, Corporación el Encuentro, Red Nacional de Voluntariado, Jóvenes Líderes, la Municipalidad de Peñalolén), a los representantes de las empresas que nos apoyan, a ustedes los socios, a los amigos, y por cierto a los voluntarios que hoy están trabajando para quienes les pido un cariñoso aplauso.
Como muchos de ustedes bien intuyen o saben, las comidas de beneficencia en general se orientan a contar lo espectacular que es el trabajo de la institución organizadora, mostrando impresionantes logros pero señalando que todavía falta mucho por hacer. En el entendido que lo derivado de esa estrategia sucederá de todas formas esta noche, yo quiero hablarles de otra cosa. Y aprovechando que este año dejo no sólo la presidencia sino también la Fundación, quiero contarles algunos aprendizajes de estos años que pueden servir para entender qué hacemos y por qué lo hacemos.
Nosotros sólo trabajamos en 6 comunas (Independencia, La Florida, Estación Central, Renca, Peñalolén y Puente Alto) en 5 campamentos y una villa (como piloto de seguimiento al trabajo hecho). Pero de acuerdo a los esquivos registros hemos contabilizado la existencia de al menos 73 asentamientos de esta naturaleza en Santiago.
¿Qué nos hemos propuesto hacer? Tal como lo dice nuestra misión, generar confianza, oportunidades y esperanza en las familias de micro campamentos de Santiago.
2. El documental Actores Secundarios retrata a la generación que le tocó conducir la revolución estudiantil de los años 80’, pero que una vez vuelta la democracia, ya en plena libertad de derechos y de expresión, paradojalmente, cada uno de ellos se fue para su casa, sin mayores motivos por qué luchar. Mucho se ha dicho que producto del mismo fenómeno la dirigencia estudiantil universitaria ya no es lo que era antes (en términos de participación, representación, etc). Para qué decir las juventudes de los partidos políticos! Ronda, innegablemente, ese torpe fantasma que todo tiempo pasado fue mejor. Se dice -basta con ver las cifras de votación para las federaciones y centros de alumnos universitarios- que la gente y los jóvenes ya no se movilizan como lo hacían antes. ¿Qué sucedió? La gente, los jóvenes, ¿nos fuimos cada uno a su casa? Yo creo que no. No nos fuimos para la casa: nos fuimos y vinimos a las Fundaciones.
¿Qué les quiero decir con esto? Que en organizaciones como esta, los beneficiarios no son sólo los pobladores de los micro campamentos. Somos también los voluntarios que trabajamos en ellas.
Estoy convencido que el primer apronte para ser un protagonista en la construcción de un Chile más justo, solidario e integrado, se desarrolla no sólo en esta, sino en muchas otras instituciones. En nuestro caso, participar en la Fundación Trabajo en la Calle es un ejercicio de la ciudadanía, no un pasatiempo de caridad. Por el tipo de vínculos propios del trabajo con pobladores, municipios, otras instituciones, gobierno y realidades adversas, puedo decir que los voluntarios que pasamos por esta fundación desarrollamos una postura crítica clave para nunca perder la capacidad de asombro: que es el único ingrediente para denunciar y trabajar en contra de lo que nos indigna. Si la pobreza nunca nos indignara, nunca existiría tampoco el sentido de urgencia. Y vaya qué necesario es tenerlo!
Yo al menos me voy contento: durante mis años de voluntario aprendí el valor del trabajo en equipo y comprendí lo necesario que es compartir con otros estos aprendizajes. Aquí encontré amigos y compañeros con los que no vamos a renunciar nunca a la construcción de nuestro sueño de país y de una sociedad más justa.
3. En tercer lugar, nos hemos convencido, no sólo porque así lo dicen cientos de textos sino por nuestra propia experiencia, que las redes de trabajo son la herramienta más poderosa a la que puede aspirar una persona, un grupo o una institución. Esto porque parte importante del éxito de nuestra tarea radica en reconocer nuestras limitaciones y saber pedir ayuda. La superación de la pobreza pasa por tantas variables que no podemos abarcar, que sabemos que necesitamos de otros para hacer bien nuestra tarea. (Creer que existen soluciones integrales por parte de una sola institución es la soberbia más grande que existe en nuestro entorno). No reconocer la importancia del trabajo en red, es no reconocer la multicausalidad y complejidad de la pobreza en Chile. La soberbia no es una buena consejera de la solidaridad. Es por eso que agradecemos la presencia de los representantes de nuestras instituciones amigas. Especial mención quiero hacer a la Comunidad de Organizaciones Solidarias, con 60 organizaciones de todo Chile -de la cual somos parte-, que nos permitirá conocer buenas prácticas; compartir aprendizajes y lo más importante, reconocernos como un equipo en la ardua tarea de la solidaridad.
4. Por último, quiero hacer una reflexión acerca de la dignidad mal entendida de los más pobres. Revisando papeles antiguos, me encontré con una carta que le escribí al entonces presidente de la Fundación el año 2000, a nombre del grupo de voluntarios del campamento Santa Elvira, de Pudahuel. Firmábamos la carta como el grupo “Corazones Laboriosos de Santa Elvira”. Han pasado ya 7 años desde esa carta; el campamento Santa Elvira no existe; su gente vive en Colina, pero hay algo de esa peculiar firma que veo en todos los voluntarios de la Fundación: el corazón puesto en lo que hacemos.
Con todo, creo que todavía nos falta un poco de firmeza. Tenemos que saber exigirles a los demás, incluidos los pobladores. Esta es una institución llena de corazón; llena de compromiso y de propuestas, pero no resolveremos nada si no le perdemos el miedo a exigirles a los pobladores con los que trabajamos. La promoción humana también conlleva deberes, y debemos ser capaces de velar por ellos. Sólo si exigimos compromiso estaremos dignificando la vida de las personas que viven, esperamos que momentáneamente, en esta fracción del Chile invisible.
Me voy tranquilo y feliz. Veo a una Fundación madura, con una propuesta de sociedad concreta, con socios y amigos que también se comprometen con nosotros. Pero no paramos de soñar… Somos una fundación chica, pero pensamos en grande. Trabajamos en Santiago con los ojos puestos en Chile. Por lo mismo, ha llegado el tiempo de expandirnos: no descansaremos hasta que veamos que esos 73 micro campamentos han desaparecido. Tenemos una gran responsabilidad y estamos contentos de asumirla junto a ustedes. Yo me despido aquí pero nos estaremos viendo. Muchas gracias por haber venido y por mantener vivo el compromiso con nosotros.
Muchas gracias por ayudarnos a cambiar el Chile invisible.
Juan Felipe López Egaña
Presidente Fundación Trabajo en la Calle
13 de Noviembre de 2007